Cómo dos tiendas de Miami han escalado su amor por la moda

luis morais

Carol Paz y Luis Morais tomaron caminos diferentes para llegar a tener éxito en sus tiendas en Miami, pero las historias de ambos están arraigadas en la pasión de toda la vida por los objetos artesanales.

Paz es propietaria de Paz y Luna, un negocio que se dedica a buscar accesorios artesanales en todo el mundo para venderlos en los mercados locales. Creció en Honduras viendo a su abuela hacer sombreros de paja en casa para venderlos en el mercado de productores. Aunque nunca aprendió a hacer sombreros, siempre recordó la belleza del producto y el proceso.

Morais ha estado obsesionado con las joyas desde el principio. Comenzó a coleccionarlas desde joven, y de niño le encantaba preguntarle a su padre si podía ayudar a comprar accesorios para su madre. Tras estudiar ingeniería y dedicarse a los negocios internacionales trabajando con tejidos y telas para diseñadores de todo el mundo, Morais pasó a crear su propia línea de joyas de lujo, que está entrando en su vigésimo primer año de actividad.

Aquí están sus historias de éxito, desafíos y resiliencia con sus propias palabras, que se editaron ligeramente por cuestiones de espacio y claridad.

Carol Paz | Paz y Luna

paz y luna

Me mudé a Miami en 1990 desde Honduras cuando tenía 19 años, y siempre amé todo lo que fuera artesanal, distinto y colorido. Hice mi vida aquí en Miami. Me casé y tengo dos hijos que ahora tienen 18 y 16 años. Incluso pude obtener mi título de negocios en la Universidad Internacional de Florida mientras criaba a mis hijos. Cuando mis hijos tenían la edad para ir a un campamento de verano, me di cuenta de lo caro que era todo eso. Hice algunos planes y decidí vivir aventuras con ellos.

Cada año, elegía un país del extranjero y alquilaba una casa pequeña. Con los niños, visitábamos distintos negocios y comprábamos productos artesanos de calidad. La idea del negocio surgió de esos viajes y de mi esposo, Chris, que se dedica a la producción de videos. Cada vez que viajaba a un país, me traía algo pequeño, como un collar o un brazalete de Kenia. Todos los regalos que me traía eran artesanales. Cada vez que usaba uno, distintas personas me decían: “Es hermoso. ¿Dónde lo compraste?”. Entonces empecé a preguntarle a mi esposo: “¿Puedes traerme productos como los regalos que me das para que empiece a venderlos?”.

Mi hijo diseñó el logotipo del negocio. En ese momento, tenía 10 años. El nombre fue idea de mi hija. Todos los viajes siguientes, íbamos a los mercados y traíamos productos de otros países. Comencé a crecer poco a poco, vendiendo en mercados locales aquí en Miami.

Con el tiempo, una de las cosas que pude hacer es relacionarme con los artesanos directamente. Pude cultivar y mantener esas relaciones. Ahora, la mayoría de las veces les compro directamente a ellos. Este es mi negocio, pero también trato de ayudar a los artesanos. Una cosa que es importante para mí es no perder el arte de hacer manualidades. Para mí, eso es importante, porque siento que el arte de hacer sombreros de paja se perdió cuando falleció mi abuela. Ella fue la última de nuestra familia en hacer esos sombreros de paja, y no aprendí a hacerlos.

El último viaje que realicé fue hace dos años a Ecuador, antes de la pandemia, pero este año tengo viajes pendientes. Iré a Perú a visitar y comprar mercadería a algunos de los artesanos en el área. Tomo fotos de los artesanos y las coloco en las mesas en el mercado para que los clientes puedan ver quién hizo el producto. Los mercados de productores se volvieron más populares durante la pandemia porque las personas querían comprar al aire libre, por lo que mis ventas aumentaron. Me ha ido mucho mejor que antes durante estos últimos dos años, porque creo que las personas se sienten mejor al aire libre que en un centro comercial.

Uno de los desafíos que enfrento son los costos de envío. Mi producto es único, no se vende al por mayor, lo que aumenta los costos. Un producto no se asemejará a otro. Tengo un envío en camino desde Kenia, y es pesado. Pagaré $1,000 por este envío. Todavía tengo mucha mercadería en mi inventario, pero una de las ventajas es que, si no se vende, no se echa a perder. La tengo ahí y se venderá en algún momento. Así veo las cosas.

Mi inspiración e impulso para crear este negocio es ayudar y preservar las numerosas habilidades de los artesanos. Esta también ha sido una gran experiencia para mí y mi familia. Mi hija irá a estudiar a la universidad este año para especializarse en diseño en el Fashion Institute of Technology de Nueva York. Escribió un ensayo para su solicitud sobre cómo ir a estos mercados, y ver distintas texturas y artesanos trabajando realmente la inspiró. Para mí, ese ha sido el logro me ha hecho más feliz. Que ella tenga esa inspiración es incluso mejor que hacer crecer mi negocio.

Luis Morais | Joyas de lujo

Luis Morais

Hace más de 20 años, me encontraba en uno de los altibajos de la vida. Vi un brazalete en una revista y me obsesioné al punto de decir: “Necesito tenerlo”.

Lo busqué, pero no pude encontrarlo. Llamé, pero la marca era alemana, y el brazalete solo se había utilizado como accesorio para la campaña. No tenían idea de qué se trataba, y eso me obsesionó aún más. Así que dije: “¿Sabes qué? Tengo que hacer algo”. Llegué al punto en que pensé: “No puedo comprarlo. No puedo encontrarlo. Tengo que hacerlo”. Y ese fue el punto de partida de todo.

Así que hice algo similar. Luego, mi compañero de trabajo lo vio y me dijo: “¿Qué es eso?”. Le contesté: “Lo hice porque quería tenerlo”. Él dijo; “¿Puedes hacerme una?”. Luego las cosas empezaron a ir por ese lado; la gente me pedía que hiciera el mismo producto o algo parecido. Luego dije: “¿Sabes qué? Tengo que empezar a cobrarles a las personas porque no puedo pagar las joyas por ellos”. Era un simple brazalete, pero estaba en la ruina.

Después de eso, tardé unos dos años en darme cuenta de que tenía un posible negocio. Un día el propietario de una tienda vio mi brazalete y me preguntó qué era. Le dije que lo había hecho yo.

”¿Te gustaría traerlo? Podemos intentar venderlo.

Desde ese momento, cada semana comencé a llevarle nuevos productos. Pero aún conservaba mi trabajo. Nunca pensé que hacer esto a tiempo completo era una opción. Luego, comencé a comparar cuánto tiempo pasaba con las joyas y el placer que me causaba con el tiempo que trabajaba para otra persona. Tuve que tomar la decisión de emprender por mi cuenta.

Al principio fue muy natural. Además, las personas te prestan atención. Todos quieren ver lo nuevo. Pero el mantenimiento del negocio fue un problema inicial para mí, al menos como diseñador y propietario del negocio, porque no había planificado nada de esto. Llegué a las tiendas más grandes a las que quería vender. ¿Y ahora qué? ¿Cómo puedo hacer que siga siendo interesante temporada tras temporada?

Durante todo este tiempo aprendí los altibajos de trabajar con tiendas y con compradores, y también a dónde va el cliente y qué tiene ganas de comprar. Es un juego de adivinanzas, pero después de cierto tiempo tienes una pista sobre cómo se darán las cosas. También hay que aprender todo el lenguaje con los compradores y productores. Suelen abreviar las palabras, así que es como una jerga. Recuerdo la primera vez que le vendí a una tienda importante. Me envió un catálogo de cómo hacer las cosas, y pensé: “Dios mío, esto es como ir a la universidad”. Si te olvidas de algo en particular, te quitarán dinero. Fue muy difícil. Ahora sé cómo funciona, pero la primera vez que pasas por eso… es abrumador.

Lo mismo ocurre a la hora de encontrar productores. Hoy en día es más fácil, pero fue duro al principio porque las personas no querían compartir mucho con quiénes trabajaban. Era como un secreto del negocio. Y una vez que obtienes esos nombres, también es cuestión de que ellos te conozcan a ti y tú a ellos, y ver qué podemos hacer juntos. Para mí fue difícil abrirme a personas que no conocía bien. Pero después de dar ese primer paso y de hacer algunas pruebas iniciales, me resultó mucho más fácil soltarme y permitir que las personas hagan lo que tienen que hacer.

En última instancia, definiría mi estilo como joyería fina y divertida. Puedes usarla en cualquier lugar. La gente sigue pensando en las joyas como tiaras, grandes pendientes y cosas así. Pero nosotros queremos crear productos que puedas usar a diario y que te acompañen todo el tiempo. No es para que digas: “Voy a usarlas cuando salga o cuando vaya a una fiesta”. No, en absoluto. Pensamos mucho en los materiales que usamos, son materiales preciosos. A veces, combinamos cosas costosas y económicas a propósito para que sea más casual y puedas disfrutarlas como es debido.

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