Este artículo se ha creado con fines informativos y no debe entenderse como asesoramiento financiero, legal ni fiscal. Si necesitas ese tipo de asesoramiento, recurre a un profesional.
Los pasivos corrientes son pasivos que se deben cubrir antes de que finalice el año fiscal (o ciclo operativo) en curso. Se incluyen en la sección de pasivos del balance de situación de las empresas. Cuando el estado financiero de una empresa es bueno, sus pasivos corrientes están en equilibrio con sus activos corrientes.
Ejemplos de pasivos corrientes
Algunos ejemplos comunes de pasivos corrientes son las cuentas por pagar y los impuestos vencidos (o previstos) de la empresa que aún no se han pagado, como cualquier impuesto sobre la renta o cualquier seguro que pague la empresa en nombre de sus empleados. Si una empresa ha declarado un dividendo que aún no ha pagado, también se considerará un pasivo corriente.
En algunos sectores, los ingresos diferidos, que se dan cuando un cliente paga por adelantado un producto o servicio que va a recibir más adelante, también suelen ser pasivos corrientes. Además, estos pagos se incluyen como ingresos en la cuenta de pérdidas y ganancias de la empresa.
Cualquier financiación que reciba la empresa pasará probablemente a formar parte de sus pasivos corrientes. Si la deuda es a corto plazo, se incluirá su totalidad (el capital y los intereses) como pasivo corriente. En cambio, si es a largo plazo, el capital se puede considerar un pasivo a largo plazo, pero los pagos de intereses se podrían incluir como pasivos corrientes.
Es probable que muchos gastos operativos se incluyan como pasivos corrientes, algo que no ocurre con los gastos de capital, que suelen implicar una inversión importante y una posible deuda a largo plazo. No obstante, en teoría es posible incluir los gastos de capital.
Diferencias entre los pasivos corrientes y los pasivos a largo plazo
En contabilidad, los pasivos se clasifican según su fecha de vencimiento. Como mínimo, el pasivo total se dividirá entre pasivos corrientes y pasivos a largo plazo. Por lo general, tanto los pasivos corrientes como los pasivos a largo plazo se dividen a su vez en subcategorías más específicas.
Aunque técnicamente no se trate de un requisito de contabilidad, puede resultar muy útil para entender las cuentas de una empresa. Por ejemplo, la situación de una empresa con unos pasivos corrientes compuestos en su mayor parte por ingresos diferidos es muy diferente a la de otra cuyos pasivos corrientes son principalmente pagos de intereses.
Del mismo modo, en lo que respecta a los pasivos a largo plazo, la situación de una empresa con una gran cantidad de gastos de capital (como la compra de nuevos equipos) es muy diferente a la de otra que solo tiene que hacer frente al pago de préstamos anteriores.
Valoración de los pasivos corrientes
Algunos pasivos corrientes tienen un coste fijo, pero muchos tienen un coste variable. Por ejemplo, las deudas pueden tener tipos de interés variables; es posible que una empresa tenga que pagar más impuestos sobre la renta si sus empleados hacen horas extraordinarias; mientras que las empresas que reciben ingresos diferidos pueden incurrir en costes adicionales al satisfacer sus obligaciones con sus clientes.
Por un lado, las empresas tienen la obligación de prever estos costes con la mayor exactitud posible: primero deben incluirlos en sus presupuestos y luego suelen ser un elemento clave del pronóstico financiero, tanto a corto como a largo plazo.
Por otro lado, hay que reconocer que es muy difícil prever determinados costes (y, por tanto, incluirlos en los presupuestos). Si esto supone un problema para una empresa, debería contratar un seguro adecuado.
Gestión de los pasivos corrientes
Muchas veces, el flujo de caja de una empresa depende en gran medida de su capacidad para gestionar los pasivos corrientes. Dicho de una forma simple: las empresas tienen que hacer todo lo posible por monetizar sus activos corrientes antes de que venzan sus pasivos corrientes.
Por ejemplo, muchas empresas quieren (o necesitan) que sus clientes paguen las facturas para poder pagar a los proveedores (o incluso a sus empleados). La forma ideal de conseguirlo es mediante procesos de facturación fiables y un control eficaz de los créditos.
Sin embargo, es bueno tener medidas alternativas. Por ejemplo, si tus clientes se retrasan con sus pagos, puedes usar una tarjeta de crédito corporativa para pagar a los proveedores.
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