Este artículo se ha creado con fines informativos y no debe entenderse como asesoramiento financiero, legal ni fiscal. Si necesitas ese tipo de asesoramiento, recurre a un profesional.
Definición de consumidor
Como bien indica el término, un consumidor es alguien que consume un producto o servicio. Esta palabra se suele usar como sinónimo de «cliente», pero no son exactamente lo mismo: un cliente es una persona u organización que compra un producto o servicio, independientemente de si lo consume o no.
Ejemplos de consumidor
En España, los consumidores son personas físicas que compran como particulares fuera de su actividad comercial. Por eso, para determinar si un comprador es o no consumidor, hay que tener en cuenta el contexto.
Por ejemplo, si un chef compra equipamiento para la cocina de su negocio o un Tpv para hostelería, se considera cliente y no consumidor, puesto que la compra la hace como parte de su trabajo.
En cambio, si ese chef compra equipamiento para la cocina de su casa, actúa como consumidor porque la compra no está relacionada con su actividad laboral. Aunque tenga más conocimientos que un consumidor medio, se entiende que hace la compra de forma privada para su uso personal.
A veces, la distinción entre consumidor y cliente es subjetiva. Por ejemplo, si un chef freelancer se apunta a un curso de cocina, podría o no considerarse consumidor.
Por un lado, el curso de cocina está relacionado con su formación profesional. Por otro, su trabajo no incluye directamente la formación, así que se podría entender también que es consumidor.
La importancia de la definición del término «consumidor»
Si bien la mayoría de las veces es indiferente si se mezclan los conceptos de consumidor y cliente, en ciertos casos sí es importante que la empresa utilice el término correcto.
La protección de los consumidores
Si un comprador se considera consumidor en lugar de cliente, puede acogerse a la protección jurídica adicional que le otorgan los «derechos del consumidor». En España, por ejemplo, se aplica la Ley General para la Defensa de los Consumidores y Usuarios. Además, existe el Centro de Información y Documentación del Consumo (CIDOC), que se encarga de elaborar y difundir información a los consumidores y a las organizaciones y administraciones que se ocupan de las defensas de sus derechos.
Esto es así porque se supone que las empresas tienen más conocimientos y experiencia que los consumidores particulares y, por tanto, les corresponde a ellas garantizar que el consumidor dispone de toda la información necesaria para tomar decisiones con conocimiento de causa.
No podemos olvidar que estas protecciones adicionales solo se aplican a las transacciones entre particulares y empresas, y nunca entre diferentes empresas (independientemente de su tamaño).
Del mismo modo, tampoco suelen aplicarse en transacciones entre particulares.
Diferencias entre consumidores y clientes
La palabra «consumidor» se suele usar como sinónimo del término «cliente» porque, con frecuencia, los consumidores son clientes y viceversa.
Sin embargo, a veces son conceptos diferentes. Un claro ejemplo se da cuando se compra un regalo o cuando una familia adquiere algún producto o servicio para sus hijos.
Esto plantea la cuestión de si los negocios deben orientar la promoción de sus productos a los clientes, a los consumidores o a ambos. Si optan por la última opción, deberán determinar a cuáles dan prioridad o si ambos tienen el mismo peso.
En muchas ocasiones, lo más sensato es dirigirse a los clientes en lugar de a los consumidores, ya que son quienes van a comprar los productos, pero también es cierto que solo lo harán si creen que el consumidor final los necesita o los quiere.
Por todo esto, los negocios deben asegurarse de que sus clientes saben cuáles son los beneficios del producto para el consumidor final. Al promocionarse, pueden lanzar su mensaje directamente a los clientes, o bien dirigirse a los consumidores a través de contenido digital. Lo mejor suele ser una combinación de ambas estrategias.
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