Este artículo se ha creado con fines informativos y no debe entenderse como asesoramiento financiero, legal ni fiscal. Si necesitas ese tipo de asesoramiento, recurre a un profesional.
La apreciación es el aumento del valor de un activo con el tiempo. En principio, cualquier activo puede revalorizarse, pero, en la práctica, la apreciación es más frecuente en activos con una vida útil indefinida (como los bienes inmuebles). Por el contrario, los activos con una vida útil finita suelen ir perdiendo valor, lo que se conoce como depreciación.
Ejemplos de apreciación
En el contexto de las empresas, estas son algunas de las formas más comunes de apreciación:
- Apreciación del capital
- Apreciación monetaria
- Apreciación inmobiliaria
La apreciación del capital hace referencia al aumento del valor de los activos financieros. Por ejemplo, si una empresa vende parte de sus operaciones a otra empresa, podría aceptar parte o la totalidad del pago en forma de acciones de esa otra empresa. Si las acciones se revalorizan con el tiempo, la primera empresa se beneficiará de la apreciación del capital.
La apreciación monetaria ocurre cuando una moneda se revaloriza con respecto a otra, lo que se conoce habitualmente como «tipo de cambio». La apreciación de una moneda puede resultar ventajosa si la empresa cuenta con reservas en dicha moneda. En caso contrario, puede ser un inconveniente al encarecer los productos y servicios que compre.
Si una empresa tiene terrenos o bienes inmuebles, también se puede beneficiar de la apreciación inmobiliaria. La oferta de terrenos y bienes inmuebles es limitada, y generalmente se puede hacer uso de ellos de forma indefinida, por lo que suelen revalorizarse con el tiempo.
Por qué se revalorizan los activos
Estos son los tres motivos principales:
- Inflación
- Reducción de la oferta
- Aumento de la demanda
El término «inflación» hace referencia al fenómeno por el que los precios en general van subiendo con el tiempo, aunque no todos aumentan por igual. Es más, incluso con inflación, algunos activos pueden depreciarse, especialmente si su vida útil es finita.
La reducción de la oferta y el aumento de la demanda pueden incrementar la competencia entre los compradores, lo que hace que suban los precios y se revaloricen los activos de las empresas.
Cómo calcular la apreciación
La forma más fácil de calcular la apreciación de un activo es aplicar la tasa de crecimiento porcentual anual. Para ello, divide el valor del activo al final del año entre el valor que tenía al inicio del año y, después, resta uno al resultado y multiplícalo por 100.
Por ejemplo, si un activo valía 100 € al inicio del año y 150 € al final del año, el cálculo sería el siguiente:
(150/100) - 1 = 0,5
0,5 x 100 = 50
En este caso, la apreciación anual sería del 50 %.
Si, posteriormente, enajenas un activo, puedes calcular su apreciación total con la tasa de crecimiento anual compuesta.
Para ello, divide el valor del activo en el momento de desprenderte de él entre el valor que tenía cuando lo compraste. Después, réstale el resultado de dividir uno entre el número de años que has tenido el activo y, por último, resta uno al resultado y multiplícalo por 100.
Por ejemplo, si compraste un activo por 100 € y lo vendes cinco años después por 150 €, el cálculo sería el siguiente:
(150/100) - (1/5) = 1,3
1,3 - 1 = 0,3
0,3 x 100 = 30
En este caso, la tasa de crecimiento anual compuesta sería del 30 %.
La apreciación en el contexto de los negocios
El término «apreciación» suena muy positivo, pero no siempre es así desde el punto de vista de un negocio.
Si registras la apreciación en el balance de situación de tu empresa, mejorarás los resultados obtenidos. Además, si los activos se revalorizan, podrás sacarles partido como un aval adicional en la financiación.
Sin embargo, si aumenta el valor de tus activos, es posible que eso incremente el precio de los seguros y tenga también implicaciones fiscales, sobre todo si se trata de bienes inmuebles.
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